Hace pocos días en Illapel, provincia de Choapa, Región de Coquimbo, hubo un gran acierto: Reunir la modernidad con las tradiciones, combinar la calma de los oficios centenarios con la aceleración de la modernidad, dar un espacio de convivencia entre el campo y la ciudad, es que en la llamada Tierra de Oro y Sol cientos de cabras, más de mil, pasaron –en las llamadas majadas- por el centro de esta angosta ciudad, haciendo colapsar el abundante tránsito, no obstante llenando de alegría a una comunidad donde escasea la identidad.
Lo que a simple vista podría parecer una locura, se trató tan solo de devolver los espacios a quienes, desde antes de las instalación de la ciudad, los ocupaban, así también de imitar buenas ideas respecto a esta conjugación de situaciones como lo que sucede en los caminos reales en Europa donde miles de ovejas se entrelazan con los vehículos que transitan por el sector.
Este, por parte del Alcalde local, Denis Cortés, fue un llamado a respetar, valorar y reconocer a los arrieros crianceros caprinos trashumantes de la zona, pero también una puerta al turismo de la entrada sur de la Región de Coquimbo, aquella más desconocida y por ende mucho más mágica.
Es que si los illapelinos salieron en masa con sus cámaras fotográficas y disfrutaron de esto hasta la emoción ¿qué pasará con el turista extranjero que en su vida se ha topado con este tipo de actividad? o más cercano aun con el niño santiaguino que está convencido que los pollos tienen 4 patas porque esta es la cantidad de trutros que vienen en un caja de supermercado.
Esta iniciativa, que la pueden conocer en este enlace con los reportajes de Alipio Vera y otros realizados de manera local, es un camino a reconocernos, asumir nuestras identidades sin la necesidad de dejar de lado la modernidad… este es un choque cultural sin heridos, solo con ganadores.