Llevo tiempo
percatándome que Marco Enríquez Ominami, MEO, líder del incipiente Partido PRO,
no fue capaz de consolidar “su visionaria y pionera mirada de indignado” que
mostró en la pasada campaña presidencial.
Finalmente
MEO no ha aparecido hasta el momento o
no logró visibilidad en los diversos movimientos ciudadanos que se han generado
durante el último año.
No tengo
recuerdos –lo que abre un flanco para deslegitimar este comentario- de una
participación activa respecto a la termoeléctrica de Punta de Choros, tampoco figuró
en lo referente a la oposición de la construcción de las represas que se
instalarían en la Patagonia para construir hidroeléctricas o en lo podría
parecer más adecuado al perfil que personalmente le atribuyo al candidato del poco
más del 21%, el movimiento estudiantil.
Reviso varias
posibilidades al respecto, las cuales no son excluyentes y tampoco
necesariamente sumables, inclusive algunas eliminables. Son solo teorías.
·
No
son temas de su interés.
·
No
tiene afinidad con los ciudadanos, sino más bien se desenvuelve en las
estructuras jerárquicas de los partidos políticos. Los movimientos sociales más
horizontales y con muchos líderes no calzan en su estilo.
·
No
tiene equipos territoriales influyentes, por ende no logra hacerse presente en
las agendas.
·
No
quiere cometer el error de Lavín y estar 4 años en campaña, por lo que pronto debiera
volver con todo a los medios de comunicación.
·
La
anterior campaña lo dejó sin recursos financiaros para actuar.
·
Los
medios de comunicación no le dan espacios.
Finalmente,
pareciera que ningún político, ni aquellos que abrazaron la nueva política del
descontento, ha logrado sintonizar con
la ciudadanía empoderada.