“La clase
política desprestigiada” dicen los mismos políticos de siempre en diversas
entrevistas que he escuchado por radios de carácter nacional, refiriéndose a
los complejos escenarios que plantean las encuestas. Y claro, si llevan tiempo prometiendo
y cumpliendo poco, no digo nada, porque seguro que algo se logra avanzar y en
algunos casos increíblemente retroceder.
Creo que
esto es en algo parecido al cuento de “Pedrito y Lobo” ya que nadie les cree puesto que simplemente son los mismos rostros (Pedrito) que no se cansan de prometer
cambio, alegría, desarrollo o progreso (viene el lobo), es que simplemente “ellos” ya no lo hicieron.
La última
promesa, la de La Excelencia, más allá de ser un excelente slogan propagandístico
con tintes de publicitario, es una palada más a esta antigua clase política,
porque lo que aseguraron ellos haría en 20 días (se acuerda de Piñera y una de sus primeras frases para el bronce) no fue tal, y peor aun los ripios
que creó la concertación no desaparecieron. Es decir a dos años
se evidencia que no se cumplió, entiendo que la promesa desde un principio era solo un “buen slogan” y nada más, porque era imposible de
lograr.
Llevamos
más 20 años viendo los mismos rostros y las mismas familias liderando partidos
políticos, teniendo poderes territoriales como alcaldías, distritos y
senaturías, si hasta Marco Henríquez Ominami, paladín de la renovación de
rostros, peca de ese problema, heredando (palabra de moda) la posición en el
mundo público de su antepasados.
Debe ser el
tiempo de nuevos rostros, e incluso de nuevas ideas (esto es sarcamo), se trata por último de
que nuevas personas nos vuelvan a prometer, eso si, ojalá esperando que esta
vez cumplan porque de otra forma la política comenzará su retirada. Podría
decir “Viva El Cambio, PERO DE VERDAD”.
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